jueves, 25 de marzo de 2010

Educación emocional y los niños


La educación emocional se desarrolla mejor durante la infancia, época en la cual, la información se aprende a través del ejemplo. Es en este periodo crítico de aprendizaje cuando los niños establecen sus actitudes, cuando empiezan a considerarse buenos o malos, hábiles o torpes, felices o infelices, etc.

También es en esta etapa donde adquieren hábitos emocionales que coinciden con la visión que tienen de ellos mismos, se comportan siguiendo ciertas líneas y son tomados por los adultos como tales.

La mayor parte de modelos de conducta se aprenden de los padres y las demás personas que rodean al niño, conllevando a un determinado tipo de conducta cuya duración dependerá del tratamiento que se le en la que si los padres son maduros e inteligentes emocionalmente, el niño recibirá mensajes positivos que le permitan entender las consecuencias de sus conductas y por qué estas son o no favorables ; en caso contrario, si se es inmaduro emocionalmente probablemente se recurra a métodos tales como los gritos o agresiones físicas para corregirlos.

Los niños se irán formando en la madurez emocional a medida que los padres la enseñen y la practiquen con ellos, teniendo en cuenta los aspectos mencionados anteriormente, tales como abrir el corazón, evitar los juegos de poder (abusar de la autoridad, maltratarlos y manipularlos a través del miedo), ser sinceros, evitar el control excesivo (ser rígido), comprender los temores de los niños, alentar los recursos emocionalmente cultivados, enseñarles autodefensa emocional (decir lo que le gusta o desagrada – asertividad) y ser paciente.



Además, los padres deben tener siempre presente, que los niños aprenden poco a poco y que ellos son la principal fuente de información, es allí donde radica la importancia de formarse y educarse para poder adquirir una mejor madurez emocional, que les permita transmitir todo ello a sus hijos, habilidades que no sólo le servirán para desenvolverse en la escuela y tener amigos, sino para toda la vida.

jueves, 18 de marzo de 2010

El altruismo en situaciones planificadas (Voluntariado)



Se ha demostrado que existen características de personalidad altruista que ayudan a las situaciones planificadas. Bierhoff, Klein & Kramp en la década de los 90 llevaron a cabo un intento más amplio para identificar la personalidad altruista, mencionando las siguientes características:

Empatía → es la capacidad de sentir lo mismo que siente el otro, siendo una parte importante del auto concepto. Uno al ver cómo reacciona el otro actúa. A mayor empatía, más se ayudará. Las personas que se ven más empáticas a sí mismas ayudan más.

Creencia de un mundo justo → las personas creemos que todo el mundo recibirá lo justo, aunque algunos piensan que no. Las que creen en ello ayudarán más, porque perciben al mundo como un lugar equitativo y predecible en el que el buen comportamiento se recompensa y se castiga el inadecuado.

Sentido de responsabilidad social → sensación que tienen muchas personas de ser responsables de los problemas de los demás, aunque todos debemos colaborar.

Ubicación interna de control → esto consiste en la creencia de que uno se puede comportar de manera que maximice sus buenos resultados y minimice los males, que el individuo puede marcar la diferencia y que no está indefenso a la merced de la suerte. También, hay personas que cuando les ocurre algo atribuyen las causas al exterior (no he tenido suerte…) y otros al interior (me he esforzado…).
Las atribuciones externas pueden ser a factores sociales que se pueden controlar o a factores incontrolables (como el destino que no se puede cambiar); estas últimas atribuciones hacen que los individuos se conviertan en muy pasivos y no ayuden.

Poco egocentrismo → los que ayudan más tienen menos egocentrismo ya que piensan menos en sí mismos y más en las circunstancias y en los demás.

Nurturance → significa ser cuidadoso, estar al cuidado. Hay personas que cuando realizan un comportamiento piensan qué repercusión va a tener sobre los demás.